"Henar Ortiz, la tía de la Princesa de Asturias, nos descubre su tienda de decoración en Oviedo", podemos ser mal pensados. La elección del personaje podría tener que ver sobre todo con su relación con la mamá de las infantitas Leonor y Sofía. Y es entonces cuando pueden surgir los conflictos éticos, las preguntas indiscretas, las definiciones maliciosas, las inconveniencias, los dilemas y hasta las incógnitas. ¿Se aprovecha la tita Henar de su parentesco real? ¿Sabía la sobrina/princesa de este posado publicitario? ¿Será Henar Ortiz nombrada decoradora de todos los edificios de Patrimonio Nacional o, al menos, del Palacio Real? ¿Habrá cambiado el interiorismo de la Casa de Asturias, residencia de sus sobrinos Borbón-Ortiz y nosotros sin saberlo? ¿La veremos redecorando Marivent o de socia con el duque de Lugo, que también domina el tema moda?
Sabíamos de su querencia a regalar objetos que ella misma diseñaba a instituciones benéficas con el sugerente reclamo de ser propiedad de la tita. El precio subía como la espuma cuando se colocaba el cartel (Ver “La vajilla de la tía de doña Letizia”) pero, en este caso, no era decisión suya, sino de las organizadoras.
Ya hubo comentarios para todos los gustos cuando se acreditó o la acreditaron -que todo es posible- como Principesca Henar Ortiz en la Feria Pitti Huomo de Florencia. En aquella ocasión no hubo aclaración por parte de la falsa princesa, pero tampoco de la verdadera, con lo cual se dio por bueno que los malvados republicanos italianos tenían interés en hundir, o al menos comprometer a la parienta Ortiz que, hasta ese momento, se había caracterizado por la discreción. Por lo tanto, punto en boca.
En el verano de 2006 el Ayuntamiento de Ribadesella eligió un diseño suyo como reclamo publicitario de la ciudad. Hubo voces discordantes, pero imagino que serían los republicanos envidiosos de siempre. Sí resultaba una casualidad que hasta ese momento ningún responsable político de la zona se hubiera dado cuenta del potencial creativo de Henar Ortiz. A punto de cumplir los cincuenta años se encontraba en la clandestinidad artística más absoluta. Es cierto que a menudo a los genios no se les reconoce su talento. Una injusticia como otra cualquiera.
Desde que su sobrina se convirtió en alteza cambió su destino profesional. Atrás quedaba el localito en Cangas de Onís para dar paso al espacio actual en pleno centro de Oviedo. A la inauguración no acudió la sobrina/princesa, pero sí la madre Menchu y el hermano Jesús, abuela y padre respectivamente de la señora de Borbón. Nada que objetar porque hasta ese momento la utilización del parentesco -de haberlo- quedaba solapado por su dedicación profesional.
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